Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE) se identificó el consumo de energía de las viviendas en España, reflejando que el 45% de las viviendas que han sido certificadas a nivel de eficiencia energética, han sido calificadas con una “E” y el 28% con un a “G”, mientras las mejores puntuaciones (A,B y C) suman apenas un 4,3%.
Asimismo, según el estudio “Proyecto SPAHOUSEC (Analysis of the Energy Consumption in the Spanish Households”), en función de la tipología de viviendas y en función de la zona climática, el hogar medio español mantiene un consumo de energía media de 10.500 kWh al año, unos 0,85 tep anuales (toneladas equivalentes de petróleo, 1 tep = 11.630 kWh).
Sin embargo, según la tipología de vivienda y su ubicación existen grandes diferencias. Así, los pisos que se encuentran en la zona mediterránea se presentan como los menos intensivos en consumo de energía con 0,53 tep anuales, mientras que las viviendas unifamiliares de la zona climática continental con las más consumidoras de energía con 1,69 tep año.
Además, de media los alojamientos en viviendas unifamiliares consumen 2 veces más que en viviendas en bloque o pisos. En lo referente al reparto de consumo de energía en los hogares españoles, considerando el conjunto de servicios y equipamientos disponibles, el servicio de calefacción es el mayor demandante de energía, con cerca de la mitad de consumo del todo el sector residencial, le siguen en orden de magnitud los electrodomésticos, el agua caliente sanitaria, la cocina, la iluminación y el aire acondicionado. Dentro de los electrodoméstico, destaca mayor consumo de energías en frigoríficos, lavadoras, televisores y los sistemas standby, llegando estos últimos a representar el 2,3 %.