La Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que comenzó el pasado lunes 26 de noviembre, se ha iniciado con la advertencia de la ONU sobre los graves riesgos que conlleva la falta de acción ante el cambio climático.
17.000 personas participan en esta decimoctava Conferencia Intergubernamental sobre Cambio Climático en Doha hasta el 7 de diciembre, con el objetivo de evaluar el progreso de los distintos países en cuanto a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
A finales de este año, el Protocolo de Kioto firmado en 1997, llega a su fin, lo que hace que este encuentro sea fundamental para el futuro de nuestro entorno. Los expertos ven imprescindible que todos los países sean realistas ante la necesidad de poner freno al calentamiento global y reconozcan el desfase existente entre las emisiones a las que se comprometieron y lo que en realidad se requiere para mantener la temperatura global en el máximo acordado: un aumento inferior a los 2ºC.
No hace muchos días, contábamos como el Banco Mundial alertaba de que un aumento de la temperatura global de 4ºC es un escenario más que probable. Por ello, los expertos de la ONU insisten en la urgencia de tomar medidas, ya que las consecuencias para el planeta serían devastadoras.
Como mínimo, se espera que la Cumbre de Doha desemboque en un nuevo acuerdo universal vinculante, extensión del Protocolo de Kioto, pero más ambicioso.
El desafío está, entre otras cosas, en involucrar a Estados Unidos y China, las dos principales potencias con una posición reticente en cuanto a tomar compromisos concretos en esta materia.