Desde el punto de vista energético, los edificios interactúan constantemente con su entorno. En función de cómo sean las condiciones climáticas exteriores, el comportamiento energético de los edificios varía ya que intercambian calor, ceden calor o lo acumulan. Para disminuir el consumo energético es, por tanto, necesario tener en cuenta como es este comportamiento y qué factores influyen en él.
Tipo de clima
En primer lugar, es importante tener en cuenta la gran influencia que tiene sobre el edificio el clima de la zona en la que está construido. Dos edificios de características constructivas exactamente iguales no se comportan de igual manera si uno está situado en una zona mediterránea o en una zona atlántica, por ejemplo.
La adaptación del edificio a cada zona tiene, por lo tanto, un efecto directo sobre la demanda de climatización y, como consecuencia, sobre el consumo energético final y el volumen de emisiones asociado. Por ello, las instalaciones deben estar diseñadas y funcionar teniendo en cuenta estas circunstancias.
Pérdidas de calor
Como es lógico, en un edificio el consumo energético debido a la calefacción aumenta a medida que disminuye la temperatura exterior.
Los cerramientos del edificio son por donde se escapa el calor. Estas pérdidas son mayores a medida que aumenta la diferencia entre las temperaturas exterior e interior.
Las pérdidas por transmisión a través de los cerramientos dependen del tamaño de las viviendas: las casas más grandes necesitan más calefacción y, por tanto, su consumo energético es mayor. En cambio, la demanda de energía disminuye cuanto mejor sea el aislamiento térmico del edificio.
Situación de la vivienda
Aunque las viviendas tengan los mismos tamaños y cerramientos, su ubicación dentro del edificio influye.
Así, las viviendas situadas en la primera y última planta sufrirán pérdidas de calor a través del suelo y de la cubierta, por lo que necesitarán más calefacción. En cambio, las viviendas de las plantas intermedias quedan protegidas por ellas.
El IDAE recuerda que la reglamentación actual exige que los edificios tengan un mayor nivel de aislamiento térmico cuanto más fría sea la localidad de ubicación del edificio, si bien los edificios existentes pueden carecer del mismo según el año en que fuesen construidos.
Los edificios construidos con anterioridad a 1979 no estaban sujetos al cumplimiento de una normativa de aislamiento térmico por lo que plantean claras deficiencias en este sentido; en ellos la forma más eficaz consiste en, al menos, colocar ventanas con doble acristalamiento.