Desde que se extrae de su yacimiento, el gas natural pasa por un largo proceso: se transporta en gaseoductos o barcos y finalmente se distribuye a media y baja presión a los puntos de consumo. Por ello, para comprender la factura de calefacción es importante distinguir la diferencia entre energía primaria, aquella que contienen los combustibles antes de pasar por los procesos de transformación, y la energía final, la que se utiliza en los hogares.
En las instalaciones de calefacción, desde que la energía llega al edificio hasta que se utiliza en los radiadores, también sufre un proceso a lo largo del cual se producen pérdidas. Factores como la eficiencia de la caldera, la altitud o la época del año pueden influir en el grado de aprovechamiento del combustible.
Por ello, es importante que el consumidor distinga si el KWh que paga en su factura de calefacción se corresponde a la energía que llega a su instalación (kWh de gas) o a la energía que realmente emplea su sistema de calefacción (KWh de energía útil).
Pagar por KWh de gas o por KWh de energía útil ¿Cuál es la diferencia?
El kWh de gas se calcula teniendo en cuenta el poder calorífico superior, que incluye toda la energía “bruta”, que llega antes de ser introducida en el sistema de calefacción o climatización. Sin embargo, parte de esa energía se pierde en forma de gases de combustión; un “calor perdido” que no puede ser aprovechado por el sistema.
En cambio, el KWh de energía útil, obtenido a partir del poder calorífico inferior, se refiere al poder calorífico inferior se refiere a la energía que entra en el sistema y proporciona calor a las diferentes estancias del edificio.
La gran ventaja de los clientes que pagan por KWh de energía útil es que se les factura únicamente por el consumo real que hacen de la calefacción y del agua caliente, de modo que su factura de calefacción será más o menos elevada dependiendo de cuántas horas la tengan encendida, de si el invierno es largo o corto…
Sin embargo, no pagan más porque la caldera sea menos eficiente, o porque tenga un fallo que en un momento dado provoque que se consuma mucho más gas.
Un gestor energético garantiza la eficiencia de la instalación
Como hemos mencionado antes, la eficiencia de la caldera es uno de los principales factores que influyen en el consumo de gas; a más eficiencia será necesario un menor consumo de combustible.
En los sistemas en los que el consumidor paga por energía útil, se acuerda con el gestor energético el precio de KWh. En este modelo, es el gestor energético el que se preocupa de obtener la máxima eficiencia de la instalación, al tiempo que el usuario solo paga en su factura de calefacción por lo que consume.
Al basar su modelo de negocio en la eficiencia energética de las instalaciones, este tipo de empresas van más allá del mantenimiento tradicional. Toman datos diarios para ver cuáles son los consumos de energía primaria y sus rendimientos y, en caso de que se algún problema en la instalación, actúa de manera proactiva, bien a través de la telegestión, bien visitando la instalación o, incluso, realizando las mejoras del sistema que sean oportunos.