Cada combustible tiene su propio poder calorífico, pero esto sólo indica la cantidad de kWh que aportan por unidad de medida, que en un caso son litros y en otro m3, o en el caso del carbón, kg. Es un dato que se tiene en cuenta para obtener la cantidad de combustible necesario para aportar la energía al edificio y de esta manera calcular el ahorro económico producido con cada combustible, siendo muy favorable al gas frente al gasoíl.
En ningún caso esto es indicativo de que se vaya a alcanzar menor confort, ya que con cualquier combustible seguirá llegando el agua a la temperatura necesaria a las viviendas. En ocasiones se asocia erróneamente el poder calorífico del combustible con el calor que llega a la vivienda.