Las calderas de condensación son grandes aliadas en la búsqueda de un mayor ahorro y eficiencia energética. Gracias a estas calderas, es posible alcanzar rendimientos estacionales de hasta el 109%, frente al 80% de las calderas estándar o el 96% de las de baja temperatura.
A nivel europeo, las calderas de condensación gozan de una gran implantación y presencia, especialmente en países como Alemania, Holanda y Reino Unido. En otros países, en cambio, la implantación está siendo más lenta. En España, por ejemplo, en el año 2007 el porcentaje de calderas de condensación sobre el volumen de ventas fue del 1%.
¿Cómo funcionan las calderas de condensación?
Las calderas de condensación presentan un alto nivel de eficiencia energética ya que aprovechan el calor latente al condensar el vapor de agua de los humos, con lo que se consigue, además, mejorar el aprovechamiento de la energía; es decir, reducir el consumo del combustible utilizado y la emisión de gases contaminantes.
Este tipo de equipos surge por la necesidad de reducir el consumo de energía sin que ello suponga disminuir el nivel de confort de las personas.
¿Son compatibles con instalaciones existentes?
Sin embargo, en la mayor parte de las instalaciones realizadas antes del RITE (Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios) la temperatura de diseño en la impulsión de los radiadores está establecida en 80 grados centígrados con temperaturas de retorno superiores a 60 grados centígrados. Por tanto, en este supuesto, no podría aprovecharse completamente todo el potencial de la caldera de condensación ya que, para poder aprovechar la energía de condensación la temperatura de retorno del agua debería estar por debajo de los 55 grados centígrados.
Pese a ello, es posible compatibilizar y sacar el máximo partido a la tecnología de condensación con las instalaciones existentes. Esto se debe a que los condicionantes anteriormente mencionados son impuestos para las circunstancias más extremas de demanda, es decir, cuando la temperatura exterior es mínima. Esto ocurre en un porcentaje muy bajo de días en invierno ya que la temperatura exterior durante todo el periodo de calefacción es más elevada. Por ello, dado que las instalaciones se diseñan para temperaturas muy bajas, cuando éstas son más benignas las necesidades de calor de los edificios son evidentemente menores. Este hecho favorece el uso de calderas de condensación que trabajan así en condiciones de máximo rendimiento durante un número elevado de horas al año.
Pongamos como ejemplo una situación en la que se registre una temperatura interior en la vivienda de 21 grados centígrados (mínimo admitido por la IT 1.1.4.1.2) para la zona climática D3, que corresponde a Madrid. En este ejemplo, para un total de 4.791 horas de calefacción necesarias al año, la posibilidad de poder estar condensando sería de 3.929 horas, es decir un 82 % del total del periodo de calefacción.
En Madrid por ejemplo, la caldera puede estar trabajando en condensación prácticamente desde temperaturas exteriores de 4 cuatro grados centígrados hasta temperaturas de 21 grados centígrados, lo que significa que en la mayoría de los días de invierno este tipo de calderas ofrece una alta prestación y por consiguiente una mejora energética.
El número de horas que la caldera entra en régimen de condensación resulta fundamental para conseguir un mayor aprovechamiento de la misma, además de para la elección del tipo de combustible y las condiciones de diseño de la instalación.
Basándonos en esta iniciativa, siempre es mejor trabajar con temperaturas de retorno bajas, para así obligar a los humos de la combustión a llegar a temperaturas de condensación y por consiguiente, liberar una energía extra.
A esto se le añade que una de las mayores pérdidas energéticas que tienen las calderas son las pérdidas de calor sensible de los humos, que son directamente proporcionales a la temperatura de éstos. Por ello, si la condensación reduce la temperatura de humos está también reduciendo de manera muy notoria estas pérdidas, incrementado el rendimiento estacional de las calderas, y por consiguiente consiguiendo un ahorro económico en la factura energética.
La experiencia de Remica
Como empresa de servicios energéticos con más de 30 años de trayectoria en el sector, en Remica disponemos de una amplia experiencia en todo tipo de instalaciones, incluyendo aquellas con calderas de condensación.
Uno de los casos más destacados es el del proyecto que acometimos en el edificio de casi doscientas viviendas situado en la calle Torrelaguna 61-63 de Madrid, donde Remica Servicios Energéticos acometió una renovación completa de la central térmica que pasó de usar gasóleo a gas natural.
En esta instalación hubo que sustituir varios elementos: instalación de calderas, depósitos, bombas de ACS, intercambiadores de placas, elementos de regulación…
En cuanto a las calderas, los antiguos equipos se sustituyeron por dos calderas de condensación que pueden alcanzar un rendimiento instantáneo de hasta el 109%.
Entre las principales ventajas, destaca que, dado que la instalación da servicio a varios bloques, se decidió independizar los circuitos de calefacción, de manera que cada bloque pueda regular de forma individual los horarios de su circuito de calefacción.
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Bibliografia utilizada: DTIE 10.05 “Principios básicos de las calderas de condensación”, ATECYR. ISBN: 978-84-95010-30-8