El Plan A de Calidad de Aire y Cambio Climático, presentado por el Ayuntamiento de Madrid en 2017, recoge entre sus medidas (concretamente en la Medida 23), “la eliminación de todas las instalaciones de calefacción de carbón”.
El consistorio madrileño calcula que, aproximadamente, todavía existen unas 400 instalaciones en el municipio. ¿Cuál es la razón de querer que desaparezcan definitivamente?
Las instalaciones de carbón se están quedando obsoletas
Según un informe de la Abogacía del Estado hecho público en 2010, las instalaciones térmicas centralizadas de carbón que existían antes de la entrada en vigor del Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE) de 2007 podían seguir usando ese combustible después del 1 de enero de 2012, “siempre que no fuera posible el cambio de fuente de energía sin hacer reformas en la instalación”.
Sin embargo, cuando haya que renovar las instalaciones, deben buscar otro tipo de combustible para generar calor, ya que el carbón es más contaminante y ofrece menos rendimiento que otros, como por ejemplo el gas natural.
Más calidad del aire es igual a mejor salud pública
En núcleos urbanos que no paran de crecer, como Madrid, el denominado sector RCI (Residencial, Comercial e Institucional) preocupa por su contribución de emisiones contaminantes a la atmósfera. Por ello, gobiernos e instituciones ofrecen información e impulsan campañas de concienciación para que las instalaciones térmicas de carbón se sustituyan por otras.
Según datos recogidos por la Agencia Europea del Medio Ambiente, en el período 2001-2010, el cambio de carbón a gas natural logró reducir a la mitad las concentraciones de dióxido de azufre en la Unión Europea.
Existen antecedentes de los riesgos que supone el uso masivo de las instalaciones de carbón
La “Gran Niebla” que asoló Londres el 4 de diciembre de 1952, marcó un punto de inflexión, ya que mostró los efectos perjudiciales que el uso masivo del carbón produce en las ciudades.
Desde aquel día y en las jornadas siguientes, la capital británica se cubrió de una niebla que permaneció fija sobre la ciudad y que los óxidos de azufre, generados por la combustión de carbón, tiñeron de un tono amarillento.
Esta niebla amarillenta no solo dificultaba la visibilidad en las calles de Londres sino que también tuvo efectos nocivos en la salud de las personas, que comenzaron a presentar problemas respiratorios. De hecho, se calcula que debido a la “Gran Niebla” murieron entre 4.000 y 8.000 personas, bebés y ancianos en su mayoría.
Londres no era un caso aislado en el uso de carbón ya que en el siglo XX era común emplear combustibles sólidos en fábricas y en la calefacción de los hogares. La “Gran Niebla” supuso un importante punto de inflexión y aumentó la sensibilización sobre la necesidad de una buena calidad ambiental para la salud pública. A partir de entonces, los países europeos comenzaron a dictar disposiciones legales para reducir la contaminación atmosférica.
El reparto de combustible también genera emisiones contaminantes
Para que las instalaciones de carbón puedan producir calefacción en las viviendas, es necesario almacenar el combustible. En edificios con calefacción central esto supone disponer de un espacio con capacidad suficiente para guardar el combustible; una necesidad que se elimina en instalaciones modernas de gas natural, donde el combustible llega a la instalación a través de tuberías.
Pero, además, las instalaciones de gas natural presentan otra ventaja frente al carbón: no es necesario que periódicamente un transporte llegue hasta el edificio para descargar el combustible, lo que resulta más sostenible.
Ayudas para transformar las instalaciones de carbón en sistemas de calefacción eficientes y sostenibles
Aquellas comunidades de propietarios que todavía disponen de calefacción central mediante instalación de carbón, y desean renovarlas, no están solos. Empresas de servicios energéticos como Remica estudian cada caso de manera personalizada para cambiar a un sistema de calefacción energéticamente más eficiente e informan de las ayudas y subvenciones de las que se pueden beneficiar.
Más información en el teléfono 913 96 03 00 o en el email comercial@remica.es.