¿En cuál de estas dos imágenes dirías que las personas están sintiendo un mayor confort térmico? ¡Ojo! Antes de que te lances a responder ten en cuenta que en este asunto entran en juego muchos parámetros físicos, y no sólo el de la temperatura.
De hecho, evaluar la sensación de confort térmico es una labor compleja porque supone valorar sensaciones que cuentan con una importante carga subjetiva. Según la norma ISO 7730 el confort térmico se define como “esa condición de la mente en la que se expresa la satisfacción con el ambiente térmico”. Para alcanzar esa satisfacción, la primera condición es la «neutralidad térmica», es decir, que la persona no siente ni demasiado calor, ni demasiado frío.
Pese a que como hemos visto, nos movemos dentro del terreno de la subjetividad y hay personas que se pueden considerar muy calurosas o muy frioleras, sí existen una serie de variables modificables que influyen en los intercambios térmicos entre el individuo y el medio ambiente y que contribuyen a la sensación de confort.
¿Qué parámetros entran en juego?
Hemos de tener en cuenta que todo tipo de trabajo físico genera calor en el cuerpo y que por este motivo el hombre posee un sistema de autorregulación, el objetivo de éste es mantener una temperatura constante en nuestro organismo, en torno a los 37ºC. El confort térmico depende del calor producido por el cuerpo y de los intercambios entre éste y el medio ambiente.
En ese intercambio entran en juego la temperatura, la humedad del aire, vestimenta y velocidad del aire.
Temperatura
La temperatura seca del aire es la temperatura a la que se encuentra el aire que rodea al individuo. La diferencia entre esta temperatura y la de la piel de las personas determina el intercambio de calor entre el individuo y el aire, a este intercambio se le denomina «intercambio de calor por convección».
También existe el intercambio de calor por radiación entre unas y otras superficies del ambiente (piel, máquinas, cristales, paredes, techos, etc.), que hace que, por ejemplo, pueda ser agradable estar en una casa en la que la temperatura es de 15º C, pero sus paredes están a 22º C. Si la temperatura de la piel es mayor que la temperatura radiante media, el cuerpo cede calor por radiación al ambiente; si es al revés, el organismo recibe calor del medio.
Humedad
Seguro que más de una vez lo has notado, en días calurosos, cuanta más humedad hay en el ambiente menor es la transpiración y la sensación de calor es más alta. Por tanto, si la humedad relativa es menor, más fácil se evapora el sudor de nuestra piel y nos sentiremos más frescos. Sin embargo, cuando las temperaturas son bajas, la sensación de frío también aumenta si la humedad relativa del aire está en valores muy elevados.
Como en todo, en el término medio está la virtud. Así, los extremos de humedad no son buenos para la salud, valores de humedad inferiores al 20% pueden ocasionar, por ejemplo, infecciones en las vías respiratorias. Por otro lado, una humedad superior al 80% tampoco es recomentadeble ya que en estas condiciones proliferan los ácaros, hongos y bacterias.
Por poner un ejemplo, supongamos que la temperatura es de 21ºC con una humedad relativa del 30%, la sensación térmica será del 19,4ºC, mientras que si la humedad aumentase hasta el 70% sin aumentar la temperatura, nuestra sensación será de 21,1 ºC, es decir, 1,7ºC más.
Movimiento del Aire
El movimiento del aire también influye en la sensación térmica. De este modo, el viento tiende a hacer descender la sensación térmica hasta temperaturas de 40ºC, a partir de ésta la sensación de calor aumenta cuanto más fuerte sople.
El aire que nos rodea está en constante movimiento, considerando como valor adecuado los 0,25 m/s a una altura del suelo inferior a 2 m. Una velocidad mayor produce un efecto desagradable, que se hace difícil de soportar, tanto más cuanto menor sea la temperatura del aire. Una velocidad inferior a 0,1 m/s produce asimismo una sensación de falta de aire, que ocasiona también molestias.
Vestimenta
El tipo de ropa que llevamos también influye en nuestra sensación de confort térmico. Hemos de tener en cuenta que cuanto mayor es la resistencia térmica de las prendas de vestir, más difícil es para el organismo desprenderse del calor generado y cederlo al ambiente. El confort térmico se alcanza cuando se produce cierto equilibrio entre el calor generado por el organismo como consecuencia de la demanda energética y el que es capaz de ceder o recibir del ambiente.
Cómo conseguir el confort en el hogar
Ya hemos visto que hay cantidad de factores que influyen en la sensación de confort térmica, sin embargo, lo cierto es que en el hogar entran en juego principalmente dos: la humedad y la temperatura.
Por tanto, la temperatura ideal en una vivienda ha de estar entre 21 ºC y 26 ºC y una humedad de entre el 30 y el 60 por ciento. En este caso, no sería necesario recurrir al aire acondicionado o la calefacción ya que la sensación térmica debería ser de confort.
Mediante un sistema adecuado de climatización del aire se debe crear un clima interior confortable para la mayoría de los ocupantes de un espacio, de manera que se pueda calentar el aire en la estación fría y refrigerar durante la cálida.
Para conseguir que tu vivienda cuente con las mejores condiciones de confort térmico ahorrando además en tu factura energética, puedes ponerte en contacto con una empresa de servicios energéticos como Remica a través del teléfono 91 396 03 03 o del correo electrónico (remica@remica.es)