Según el informe ‘Índice de Prosperidad Económica y Productividad Energética de 2015’, mejorar la productividad energética potenciaría el desarrollo económico, disminuiría los daños medioambientales y aumentaría los beneficios sociales.
Los responsables de este informe destacan que un alto porcentaje de la energía, alrededor de un 98%, se desperdicia. Sin embargo, si a nivel mundial se duplicara la tasa de productividad de la energía (de 1,5% a 3% por año) se reduciría la factura global de combustibles fósiles en más de 2 billones de euros en 2030 y podría crear más de 6 millones de puestos de trabajo en 2020.
Para lograrlo, los expertos auguran que será fundamental mejorar la eficiencia energética de edificios residenciales y no residenciales. Un ejemplo de la improductividad energética actual es la energía que se consume para hervir un huevo en donde se calcula que solo el 2% de la energía consumida produce el huevo duro, mientras que el 98% restante se desperdicia.
Se calcula que los hogares europeos podrían reducir en un tercio el importe de sus facturas de energía si se aplican tecnologías que ya existen en la actualidad como dispositivos de ahorro energético, iluminación LED y aislamiento. De ese modo, el consumo total de energía en la Unión Europea podría reducirse en un 35%.
«La eficiencia energética es un poderoso instrumento para la creación de empleo con un gran potencial para estimular el crecimiento económico y la competitividad de la UE. La productividad energética nos proporciona un marco excelente para aprovechar los recursos infrautilizados”, ha explicado el Comisario Europeo de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete.
Para lograr mejorar la productividad de la energía, el informe recomienda a los políticos que fijen objetivos más ambiciosos y que sobre todo se realice en las seis economías más grandes del mundo (Estados Unidos, Rusia, China, Japón, La India y la Unión Europea) que representan el 60% del PIB mundial y el 65% de la demanda mundial de energía.