El mercado laboral actual se caracteriza por su dinamismo y globalización, por sus mayores exigencias y porque requiere mayor polivalencia y flexibilidad por parte de los profesionales. Ante este panorama, existen una serie de atributos que pueden hacer que un profesional sea más empleable como la apertura al cambio, la proactividad, la motivación, la resiliencia o la identificación con el trabajo. En anteriores artículos ya hemos desarrollado el concepto de empleabilidad y profundizamos sobre cómo afrontar la inseguridad laboral y estar abiertos al cambio.
En esta ocasión abordaremos la segunda de las cinco dimensiones que consideramos clave para mejorar la empleabilidad: Proactividad en el trabajo y la carrera profesional. Esta dimensión se refiere a la iniciativa de los empleados a la hora de buscar información relevante para su trabajo e intereses profesionales y a su capacidad de innovar y aportar ideas en su ámbito de responsabilidad.
¿Qué significa Proactividad en el trabajo y la carrera profesional?
Proactividad en el trabajo y la carrera profesional significa mantener una actitud activa en lo referente a la evolución y cambios que puedan surgir en nuestro ámbito profesional, frente a la pasividad que suponen actitudes como: “yo ya he estudiado bastante”, “la empresa me tiene que formar”, “esta materia no se exigía en mi puesto cuando yo me incorporé”, o pensamientos similares. Muy al contrario, la persona empleable asume la responsabilidad de su propia carrera profesional y proactivamente aprovecha cuantas oportunidades se le brinden de ampliar sus conocimientos y habilidades e intenta crear estas oportunidades si no se le ofrecen.
Este sería el caso de personas que se anticipan a los cambios, prestando atención a la evolución del sector en el que trabajan, y en base a ello se documentan y forman en temas que desconocen o no dominan. Además, conocen sus fortalezas y áreas de mejora, e intentan superar sus puntos débiles.
¿Qué preguntas podemos hacernos para valorar en qué medida somos proactivos en el trabajo y en nuestra carrera profesional?
Algunas de estas preguntas serían:
– ¿Cuánto tiempo dedico a la mejora de los conocimientos y habilidades que pueden ser provechosos para mi trabajo?
– ¿Intento superar mis puntos débiles de una manera sistemática?
– ¿Estoy centrado en mi autodesarrollo de forma continua? ¿Presto atención a las oportunidades que surgen de aplicar mis nuevos conocimientos y habilidades?
– Al establecer los objetivos de mi carrera, ¿tengo en cuenta la estrategia de futuro de mi empresa, o las demandas del mercado de trabajo externo si no tengo empleo en este momento?
– ¿Asisto a seminarios/charlas o eventos relacionados con mi ámbito profesional, aunque se desarrollen fuera de mi tiempo de trabajo?
Estas y otras preguntas similares nos podrían servir de indicadores acerca de qué nivel de proactividad mantenemos a la hora de asumir la responsabilidad sobre la propia carrera profesional.
Los expertos que investigan la importancia de la iniciativa y proactividad del empleado (Frese y Fay, 2001; Frese, Garst y Fay, 2007; Seibert, Kraimer y Crant, 2001, Fugate y Kinicki, 2008) consideran que las personas empleables, además de la habilidad para adaptarse de forma reactiva a las demandas conocidas del trabajo, tienden a mantener una constante predisposición hacia el cambio, es decir, tienden a prepararse anticipadamente para específicas o conocidas amenazas o probables cambios, más que esperar a que ocurra un cambio o demanda específica; en definitiva, van más allá del desempeño de tareas concretas. Esta dimensión está por tanto muy vinculada a la dimensión ‘Apertura al Cambio’ de la que hablábamos en un artículo anterior.
¿Pones freno a tu empleabilidad?
Hemos hablado de los potenciadores de la proactividad en el trabajo y la carrera profesional, y queremos dedicar un breve apartado a los frenos, es decir, a aquellas actitudes o creencias que frenan la empleabilidad en relación a la proactividad.
Las creencias que con frecuencia suponen un freno se refieren fundamentalmente a:
- Yo ya he realizado una carrera/formación profesional, ya sé lo que necesito para mi trabajo
- Mi tiempo de ocio es muy importante para mí
- Siempre he hecho las cosas así, y me ha ido bien
Probablemente sea cierto que uno ya sabe lo que necesita para su trabajo, pero los requerimientos de éste pueden cambiar, porque hoy en día la evolución de los contenidos del puesto de trabajo es una constante con la que hay que contar; es cierto que el tiempo de ocio es muy importante, pero también lo es ser consciente de que se puede compatibilizar y buscar qué actividades de formación o actualización de mis conocimientos y habilidades pueden ser compatibles con mi vida privada/familiar; por último, haber hecho siempre las cosas de una forma con buenos resultados no garantiza que estas capacidades nos puedan servir en el futuro, en un mercado cada vez más influenciado por las nuevas tecnologías y la globalización.
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