Hay quien se atribuye los términos exigencia y excelencia para definirse pero ambos conceptos tienen distintos significados y su diferencia puede ser clave. Dado que a lo largo de nuestra carrera profesional nos encontramos ante la propuesta de definirnos a nosotros mismos ¿cuál sería tu elección?
Distinguir la exigencia de la excelencia amplía la mirada y la capacidad de acción. Desde la excelencia aumentan las posibilidades de lograr el objetivo y los resultados, pues se abren opciones y entornos de aprendizaje. El cambio cultural de la exigencia a la excelencia será una evolución positiva en la percepción que tenemos actualmente.
Ya lo decía Aristóteles, la excelencia consiste en generar un hábito y no solo una acción. Por el contrario, la exigencia no busca hacer las cosas lo mejor posible, sino hacerlas perfectas.
¿Qué ocurre? Cuando las personas se orientan a la exigencia en vez de a la excelencia tienden a entender que lo que hacen es lo que son y que si no hacen algo perfecto entonces habrán fracasado y eso afecta a su propia identidad. Las personas exigentes no se permiten fallar y no permiten que los demás fallen. Cada error se vive como un auténtico fracaso personal.
Sin embargo las personas que persiguen la excelencia consideran que los errores en el camino son parte de él y ayudan en el crecimiento personal.
En un contexto de excelencia es mucho más fácil permitirse asumir riegos, dar cabida a la creatividad y permitir que se experimente sin que la culpabilidad esté presente, sino más bien la responsabilidad.
Además la exigencia no nos permite disfrutar, además de aumentar la necesidad de control sobre los demás no permite que se genere ningún clima de confianza.
En el camino de la exigencia no hay lugar a ningún beneficio que no sea el generado por el cumplimiento del objetivo. Si no se cumple el objetivo no hay percepción alguna de beneficio.
Por el contrario, en la excelencia el camino es más importante que la meta.
Entre exigencia y excelencia predomina el comentario “yo soy muy exigente, pero conmigo mismo el primero”. ¿Es eso una virtud? Lo decimos como si fuera un valor añadido, como si la exigencia fuera el camino y la garantía de la excelencia. Existe la creencia de que para hacer las cosas muy bien hay que ser exigente por eso queremos dejar clara la diferencia entre ambos conceptos.
Frente a la exigencia se halla la excelencia, que trasciende a la tarea final que debemos realizar. La importancia reside en hacer las cosas de la mejor manera posible que conocemos. El camino de la excelencia tiene este aspecto de la actitud que pongo en lo que hago. Tiene que ver con algo que la exigencia olvida por completo, y es el disfrute. Nos conecta con lo que nos gusta, con lo que realmente queremos y justo por eso aumenta la posibilidad de conseguir resultados.
Por eso, cuando nace nuestra faceta exigente ante situaciones de estrés debemos preguntarnos a nosotros mismos ¿estás motivado? ¿te sientes anulado?¿estás disfrutando?¿te sientes realizado?
La excelencia es resultado de un estado de excelencia interior. Implica una relación armónica y respetuosa con un uno mismo.
La exigencia y excelencia en las empresas
Para las empresas de servicios energéticos como Remica, alcanzar la excelencia en el trabajo es una cuestión que depende de varios factores. Uno de ellos es beneficiar a las personas proporcionando confort en sus hogares, reduciendo el derroche energético lo que se traduce en la reducción de su factura energética. Otro de los factores a tener en cuenta para conseguir la excelencia es la reducción de la dependencia energética del exterior. Por último la gestión adecuada de los consumos energéticos y la reducción del consumo de energía para disminuir las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera.
El equilibrio entre exigencia y excelencia es clave para conseguir un trabajo óptimo y la máxima satisfacción de los clientes.
Esperamos haber aclarado la diferencia entre ambos conceptos y que si te encuentras antes una situación en la que tengas que definirte, tengas claro qué concepto elegir.
Citas sobre la excelencia
“La excelencia no es producto de las circunstancias. La Excelencia es una elección consciente” (Jim Collins)
“Junto a la excelencia viene el reconocimiento” (William Thackeray)
“El secreto de la alegría en el trabajo está contenida en una palabra: excelencia. Saber cómo hacer algo así es disfrutarlo” (Pearl Buck)
“La gente válida acepta las responsabilidades, la gente excelente las pide” (Guy Kawasaki)