Como apuntábamos en nuestra anterior publicación, cada vez hablamos más del calentamiento global y el cambio climático. Los problemas medioambientales empiezan a reflejarse en nuestro día a día y están entrando a formar parte de los temas que más nos preocupan.
Sin embargo, cuando se habla de soluciones, la eficiencia energética queda relegada al olvido mientras damos vueltas a las energías renovables y a los problemas político-legales que les rodean.
Sin ninguna duda, las energías renovables son uno de los caminos hacia un planeta más sostenible, ya que brindan la oportunidad de producir energía limpia, entre otras ventajas. Pero además de pensar en producir energía, debemos pensar en aprovechar mejor la que tenemos, sea cual sea su origen.
Cuando hablamos de la cifra en subvenciones que se invierte para la producción de energía, hablamos de miles de millones de euros (en torno a 400.000 millones de € a nivel mundial que reciben los combustibles fósiles a nivel mundial, más 125.000 millones de € invertidos en energías renovables) Sin embargo, la inversión en eficiencia energética es mínima en comparación. La diferencia resulta abrumadora, cuando los beneficios medio ambientales y la rentabilidad de la eficiencia energética son demostrables desde el primer momento.
Pero más allá de la inversión, el ahorro y la eficiencia energética, son las únicas medidas que todos tenemos al alcance de nuestra mano. Pequeños cambios en nuestros hábitos diarios pueden marcar una gran diferencia.