La palabra liderazgo define a una influencia que se ejerce sobre las personas y que permite incentivarlas para que trabajen en forma entusiasta por un objetivo común. La labor del líder consiste en establecer una meta y conseguir que la mayor parte de las personas deseen y trabajen por alcanzarla.
Existen muchos estudios que afirman que la Rotación Voluntaria está ocasionada en su mayor parte por el desacuerdo con el estilo de liderazgo y de gestión de los inmediatos responsables. Es decir, el liderazgo ejerce una influencia determinante, hasta el punto de que el líder puede ser el motor para llevar a cabo proyectos o lo contrario.
Hoy en día, se habla del liderazgo transformacional, donde el líder desarrolla el papel del cambio y es el generador de acciones e innovación. Igualmente, también debe gestionar los valores de manera transversal, y he aquí el liderazgo basado en valores. Se trata de conseguir alinear los intereses de los colaboradores con lo que consideran realmente importante, es decir que les importen las mismas cosas que les interesan. Solo gestionando a través de valores en conjunto se logra.
Los estilos de liderazgo son por todos conocidos, desde el autoritario hasta el democrático. Desde luego, el liderazgo basado en ofrecer responsabilidad y desarrollo al equipo, en donde cada uno es partícipe de las acciones y del objetivo común está muy alineado con nuestra política y nuestros valores. Deseamos ir más allá y lograr responsables que ejerzan un liderazgo transformacional y lleven a cabo actividades donde sean ejemplo y transmitan nuestros valores.
En este sentido, los siguientes factores son transcendentales en la gestión de un líder transformacional, que además se basa en los valores:
- Estimulación intelectual: no se limita a desafiar el status quo dentro de una organización, sino que fomenta de forma intensiva la creatividad entre sus seguidores, alentándolos a explorar nuevas formas de hacer las cosas y nuevas oportunidades, en beneficio de la empresa.
- Consideración individualizada:implica a su vez mantener líneas de comunicación abiertas con su equipo, tanto de forma individual como colectiva. De este modo, se asegura que se compartan nuevas ideas, pudiendo surgir así innovaciones que, de lo contrario, hubieran quedado sin desarrollar. A su vez, estos mismos canales de comunicación permiten un reconocimiento directo, motivación y fomentan la proactividad.
- Inspiración y motivación:gracias a una visión clara, transmiten la estrategia y el camino, lo que hace conducir el comportamiento de los colaboradores hacia el objetivo y logra empleados con mayor proactividad y comprometidos.
- Influencia idealizada:Lograr la confianza y el respeto es el estado máximo, y gracias a esto y la “imitación” pueden desarrollarse nuevos responsables.
Siguiendo esta línea, el liderazgo por valores no se trata simplemente de seguir un estilo más o menos orientado hacia el polo democrático, sino que va más allá, se trata de ideas y valores. Es entender las diferentes necesidades de los colaboradores, energizarlos para alcanzar un objetivo que nunca habían creído posible.
En este sentido, el liderazgo adopta una visión más humana. Ahora que tanto también se habla de transparencia y ética, se debe afrontar desde la gestión y sobre todo desde la gestión de las personas.
La grandeza del liderazgo no está en la grandeza de los resultados o los objetivos alcanzados, sino en la de las personas que los logran, en su identidad, carácter y autenticidad.
La falta de compromiso que puede comprobarse a día de hoy en las compañías (e igualmente a nivel general en la sociedad), es una prueba significativa de la falta de valores y ante la escasez de un valor supremo como es la ejemplaridad. Faltan ejemplos claros y creíbles que reconozcan y valoren, que ejerzan de referentes mediante unas actitudes y unos comportamientos que sirvan de guía para los demás. Sin embargo, los ejemplos representan la evidencia patente de que un ideal se puede materializar y puede existir.