Los programas de prácticas profesionales consisten en poner al servicio de las empresas estudiantes con conocimientos actualizados y una visión innovadora, para colaborar en proyectos que permitan al estudiante adquirir una perspectiva más práctica y cercana a la realidad de las organizaciones, y más acordes a las necesidades reales del mercado laboral.
Con frecuencia, existe una diferencia considerable entre estas necesidades reales de las empresas, y los programas académicos, de manera que cuando el estudiante se incorpora a un puesto de trabajo, puede tener carencias importantes tanto en conocimientos prácticos que se requieren como en “competencias emocionales”.
Por tanto, los programas de prácticas suponen un beneficio mutuo, tanto para la empresa como para el estudiante. Suponen además un compromiso entre ambos para la generación de valor a la otra parte.
Los beneficios para la empresa son, entre otros:
- Renovación de conocimientos (con frecuencia más teóricos que prácticos), nuevas perspectivas en cuanto a utilización de las nuevas tecnologías aplicadas al trabajo, innovación y creatividad.
- Inquietud y motivación renovada, una mirada diferente sobre las formas de hacer las cosas en las compañías.
- Captación de nuevos profesionales: las personas que han realizado prácticas en las empresas, y cuya contribución ha sido excelente, permiten a los departamentos de Recursos Humanos seleccionar. profesionales con mayores garantías de éxito, y con un periodo de integración mucho más corto. Además, su gran capacidad de aprendizaje acorta los periodos de adaptación a un nuevo puesto.
- Permite conocer directamente el contenido y adecuación de los programas académicos más vinculados con la actividad de la organización, y alcanzar acuerdos con Universidades que imparten estas disciplinas, para acercar estos programas formativos a las necesidades de las empresas.
- La visión más actualizada de su área de especialización, contribuye a la mejora de la competitividad de las empresas en su sector de actividad.
Los beneficios para el estudiante en prácticas también son relevantes:
- La oportunidad de poner en valor los conocimientos adquiridos, y además tomar medidas si se observa una diferencia importante entre sus conocimientos y los que el mercado demanda (Másteres, cursos especializados, idiomas, etc.).
- Comprender qué comportamientos, actitudes, competencias son deseables en las organizaciones, más allá de los conocimientos específicos adquiridos en la Universidad/institutos/centros de formación en los que se ha estudiado.
- Oportunidad de que empresas concretas conozcan su potencial y puedan ser una fuente de empleo en el futuro.
Estas ventajas, y otras muchas que probablemente quedan en el tintero, han motivado la creación de diferentes fundaciones (como la Fundación Universidad Empresa) y convenios entre centros formativos y empresas, cuyo objetivo es promover cursos y actividades con el fin de facilitar esta necesaria conexión entre estudiantes y empresas en la búsqueda de la excelencia profesional y la transferencia eficaz del conocimiento a la sociedad.
Esta conexión es cada día más importante: innovación y generación de talento se vuelven imprescindibles en un mercado de trabajo que ha sufrido reorganizaciones importantes y cambios sustanciales en la mayoría de los sectores de actividad, y se ha hecho inaplazable la mejora de la empleabilidad de nuestros jóvenes, que se han visto inmersos en unas tasas de paro históricas. En este contexto, acercar el mundo de la empresa a los estudiantes y recién titulados, y orientarles hacia la búsqueda de un empleo de calidad mediante la consolidación de sus conocimientos y el desarrollo de competencias, se convierte no solo en una necesidad de las empresas sino también en una necesidad para la sociedad.
En Remica, conscientes de la importancia de acercar la universidad a la empresa, se han firmado acuerdos con universidades tanto para colaborar en programas de prácticas como para participar en la elaboración de planes de estudios vinculados a nuestra actividad. Estos programas de prácticas se desarrollan tanto con universitarios como con estudiantes de formación profesional, en especial en los últimos años, en los que colaborar a la inserción laboral de los jóvenes se ha convertido en una prioridad social.
En este sentido, debemos reflexionar sobre el hecho de que tenemos en nuestro país dos tercios de personal universitario frente a un tercio de estudiantes de formación profesional, por lo que cabe preguntarse si la orientación profesional que damos a nuestros estudiantes a la hora de elegir su formación es la más adecuada.
Para concluir, señalar que las prácticas de estudiantes contribuyen de manera esencial a anticipar la realidad con la que los jóvenes se van a encontrar en el mundo de la empresa, y permiten a las organizaciones atraer la visión innovadora y actualizada que supone contar con personas con conocimientos en plena vigencia, alta capacidad de aprendizaje y alta motivación por incorporarse al mercado laboral.