Nos acompañan en casa y durante todo el invierno nos proporcionan calor. Los radiadores son el tipo de emisor de calor más frecuente en los hogares y se han convertido en unos compañeros tan fieles contra el frío que apenas reparamos de su existencia excepto cuando parece que no funcionan correctamente. Sin embargo, no son todos iguales. Existen distintos tipos de radiadores. La Guía sobre las Claves para la Optimización de las instalaciones de calefacción individuales que edita Fenercom los clasifica en función del material del que están hechos.
Tipos de radiadores
Algunos de los tipos de radiadores más frecuentes son:
- Los radiadores de panel de acero. Formados por paneles de chapa, estos radiadores cuentan con aletas traseras y permiten la posibilidad de crear estructuras dobles. Su parte frontal puede ser lisa o acanalada y tienen la ventaja de que su velocidad de respuesta es muy rápida.
- Los radiadores de aluminio también cuentan con una rápida velocidad de respuesta. Su frontal puede ser abierto o cerrado.
- Los radiadores de hierro fundido presentan un tiempo de respuesta medio. Se caracterizan por una estética que podría calificarse de vintage o clásica, que recuerda a los primeros radiadores que se instalaron en las viviendas. En la actualidad también existen modelos en los que la parte frontal cuenta con una apariencia más moderna.
- Radiadores de diseño. La creatividad no tiene límites, tampoco cuando se trata de tipos de radiadores. En la actualidad hay fabricantes que, basándose en tubos de acero soldado, crean diversos diseños, incluso a la medida de las necesidades de los clientes. En este tipo de radiadores la velocidad de respuesta suele ser bastante alta.
- Radiadores toallero. ¡Qué bien poder salir de la ducha o el baño y contar con una toalla calentita! Esto es posible gracias a los llamados ‘radiadores toallero’, que también se consideran un tipo de radiador. Habitualmente están formados por tubos de acero, con una velocidad de respuesta muy alta.
Antes de elegir un radiador, ¿qué conviene saber?
¿Sabías que un tipo de radiador no emite más calor que otro? La emisión del calor depende más de su tamaño y de su forma. También tienes que tener en cuenta que no por instalar el radiador más grande lograrás que el sistema de calefacción funcione mejor en tu hogar.
El radiador debe elegirse en función de las necesidades térmicas que precisa cada estancia. Lo mejor es dejarse guiar por el consejo de un profesional acreditado que estudie las necesidades de tu vivienda y te aconseje en función de ellas.
Una vez elegido, es conveniente seguir algunos consejos para mantener un correcto funcionamiento del radiador:
- No cubrir los radiadores con muebles, cortinas o cualquier otro elemento. Incluso los cubre radiadores pueden dificultar la transmisión de calor, lo cual supone un desperdicio de energía.
- Los radiadores no sirven para secar la ropa. Aunque pueda parecer tentador, recuerda que los radiadores (excepto los toalleros) han sido diseñados para dar calor a las estancias y no a las prendas de ropa. Este tipo de prácticas también constituyen un obstáculo para la correcta transmisión de calor.
- No pintar los radiadores. Se redecora un espacio y surge la duda ¿y si pinto el radiador de otro color para que me combine con las paredes? Los profesionales de Remica desaconsejan esta práctica ya que, a más capas de pintura, más se dificulta la transmisión de calor.
- Usa un paño suave para limpiar los radiadores. Para mantenerlos libres de polvo y suciedad, basta con pasar un paño de vez en cuando por la superficie del radiador.
- Si detectas humedad, manchas de óxido o ruidos extraños puede que existan problemas en los radiadores. En estos casos, lo mejor es avisar a un profesional que revise el buen funcionamiento de los radiadores. De ese modo evitarás que se deterioren.
Además, no te olvides de purgar los radiadores al menos una vez al año, antes de que comience la temporada de calefacción. Un proceso que es necesario porque, durante los meses de calor, cuando los radiadores han permanecido inactivos, es frecuente que se hayan creado bolsas de aire que van a parar a los radiadores. Este aire se debe expulsar a través del proceso de purgado.
Para realizar el purgado de los radiadores, basta con girar la válvula de purgado y esperar a que salga agua, momento que indica que el aire ha sido expulsado del todo. Un buen truco para no ensuciar es situar una botella de plástico bajo la válvula para que el agua caiga dentro de ella. Si a la botella se le realiza un agujero de unos 10 mm de diámetro en la parte alta, cerca del cuello de la misma, se puede manipular la válvula con un destornillador mientras todo el líquido queda dentro del recipiente.
Recuerda que en instalaciones de calefacción central –en las que una misma sala de calderas proporciona calefacción a varias viviendas– es importante que aquellos usuarios que vayan a purgar los radiadores de sus hogares avisen al responsable de la instalación. De ese modo podrán informarse de si se ha producido el llenado de la instalación de calefacción o si esta permanece aún vacía, en cuyo caso sería inútil realizar el purgado por no haber agua en la instalación.