La ventilación natural se basa en el principio de Arquímedes, que recoge que las masas de aire caliente se desplazan hacia las partes altas de las habitaciones.
¿Qué es la ventilación natural?
La ventilación natural es una estrategia de enfriamiento pasivo que consiste en favorecer las condiciones para que se produzcan corrientes de aire. De este modo, el aire interior se renueva y se reduce la sensación de calor.
Se habla de ventilación natural cuando no es necesario un aporte de energía artificial para conseguir la renovación del aire, mientras que con la llamada ventilación forzada se recurriría al uso de ventiladores para conseguir esa renovación.
Existe regulación en este sentido que se recoge en la normativa técnica sobre calidad de aire DB HS3 del Código Técnico de la Edificación, que exige una correcta ventilación del edificio para garantizar la salubridad en el interior del mismo. “Los edificios dispondrán de medios para que sus recintos se puedan ventilar adecuadamente, eliminando los contaminantes que se produzcan de forma habitual durante el uso normal de los edificios, de forma que se aporte un caudal suficiente de aire exterior y se garantice la extracción y expulsión del aire viciado por los contaminantes”.
Eficiencia energética y ventilación natural
La ventilación natural es una alternativa sostenible a los sistemas de refrigeración, proporcionando confort e incluso mejorando la calidad del aire interior sin la necesidad de sistemas mecánicos, reduciendo así el consumo energético de los edificios.
La ventilación natural puede ser de varios tipos, directa, cruzada, vertical… La directa sería el sistema de ventilación natural más empleado y consistiría en abrir las ventanas para renovar el aire. Así, el contacto entre los dos ambientes tiende a equilibrar las diferencias de presión intercambiando las masas de aire. Mientras, la ventilación cruzada se produce al abrir ventanas de fachadas opuestas generando una corriente de aire en el interior de la vivienda que disminuye el calor. Por otra parte, si la vivienda se encuentra en un edificio que cuenta con un patio central, por ejemplo, se puede propiciar una ventilación que nos ayude a ventilar nuestra casa.
Cómo puedes reducir el consumo
La ventilación natural favorece la entrada y salida del viento en la vivienda mediante la renovación del aire caliente del interior con la entrada de aire más frío del exterior. El viento es el factor principal que determina las posibilidades y la calidad de la ventilación natural.
El factor climático principal que determina las posibilidades de ventilación natural es el viento, por lo que la calidad de la ventilación que logremos al abrir las ventanas dependerá del régimen de vientos exterior.
Para reducir nuestro consumo de aire acondicionado mediante la ventilación natural, lo más simple, si es que las condiciones lo permiten, es la ventilación cruzada. Este tipo de ventilación consiste en abrir ventanas en extremos opuestos para facilitar la entrada y salida de aire dentro de la vivienda.
Pese a que es un sistema de ventilación natural muy eficiente, plantea el problema de que en ocasiones en las ciudades es difícil ponerlo en práctica, ya sea por la cercanía de otros edificios, como por la orientación o la forma de la vivienda.
La ventilación natural y el ahorro energético
En Estados Unidos la dependencia del aire acondicionado supone el consumo del 20% de los kilovatios/hora de electricidad producidos en el país. Es sólo un ejemplo de cuánto puede resultar necesario el incorporar nuevos aspectos de ahorro de energía en el diseño de los edificios.
Un ejemplo claro de utilización de la ventilación natural para el ahorro energético es la Torre Westarkade, en Frankfurt (Alemania), sede del banco KfW Bankengruppe. Se trata de un rascacielos de 56 metros de altura que dispone de una fachada de cristal con ventanas que se abren y cierran en función de la temperatura exterior y la fuerza del viento.
El estudio de arquitectura responsable del proyecto, el alemán Sauerbruch Hutton, tuvo que buscar una solución a un problema tradicional en edificios de esa altura: la velocidad del viento que impide en los rascacielos poder abrir las ventanas. Sin embargo, el diseñador del edificio, encontró la solución: instaló 180 válvulas de ventilación verticales en la fachada con el objetivo de controlar la presión. Éstas funcionan siguiendo las órdenes de la estación meteorológica instalada en la azotea y de todos los sensores distribuidos por el edificio y que recogen toda la información sobre la temperatura y la presión en los “flaps” (un tipo de ventana exterior).
De este modo, se abren o cierran en función de los vientos que haya en el exterior. Así, el sistema de control inteligente del edificio recomienda cuándo abrir las ventanas para crear un flujo de aire óptimo. Es sólo un ejemplo inteligente, de cómo ahorrar energía mediante la ventilación natural. ¿Conoces alguno más?