Cuando hablamos del derroche energético al que se enfrentan las sociedades modernas, ¿a qué nos referimos exactamente? Resulta fácil de comprender que, cuanto más industrializada y urbanizada se encuentra un país o región, más energía necesita. Sin embargo, resulta alarmante –y en cierta medida incomprensible– que, en estas sociedades desarrolladas, gran parte de esa energía se desperdicia.
Según el Índice de Prosperidad Económica y de Productividad Energética 2015, a nivel global se derrocha el 98% de la energía que se produce. La introducción de dispositivos de ahorro energético, la utilización de lámparas de bajo consumo y la mejora del aislamiento de los edificios son medidas que podrían contribuir a mejorar sensiblemente esta situación y terminar con tanto derroche energético.
¿Por qué se produce el derroche energético?
Las causas del derroche energético son múltiples, entre ellas:
- Pérdidas en el proceso de distribución. Desde que se genera en las centrales, la energía viaja hasta los lugares que consumen energía a través de las redes de distribución, proceso durante el cual se producen pérdidas.
- Equipos energéticamente poco eficientes. Transporte, industria, servicios, o sector residencial son los principales demandantes de energía. Utilizar instalaciones y equipos energéticamente eficientes es de vital importancia. De ese modo, a las pérdidas de distribución no se sumaría el derroche energético fruto de utilizar tecnologías tecnológicamente ineficientes.
- Política de precios. En el caso de los combustibles fósiles, el precio también ha influido en el derroche energético. Durante varios años, estos combustibles se han manejado en bandas de precios accesibles. Así, por ejemplo, mientras que en el año 2000 el barril de petróleo costaba 28 dólares y en 2004 costaba 39; a principios de 2013, el precio del petróleo costaba 118 dólares el barril. El incremento de los precios ha hecho que los países desarrollados hayan recapacitado sobre la necesidad de mejorar en eficiencia energética para evitar la dependencia de estos combustibles.
El derroche energético en edificios públicos
Para terminar con el derroche energético de los edificios públicos europeos, la Directiva 2012/27/UE exige que en el período comprendido entre 2014 y 2020, se rehabilite anualmente un 3% de la superficie total de los edificios públicos de la Administración General del Estado (AGE) o, en su defecto, que se adopten medidas alternativas que permitan alcanzar una cantidad equivalente de ahorro energético.
Sin embargo, solo 11 de los 28 estados miembros estarían en la actualidad cumpliendo con esta normativa, según denuncia el informe “Implementing the EU Energy Efficiency Directive: Analysis of Member States Plans to Implement Article 5”, publicado por la organización europea Coalición por el Ahorro Energético (Coalition for Energy Savings) en colaboración con WWF.
Respecto a España, el informe destaca que solo el 40% de los edificios inventariados cuentan con disponibilidad de certificados de eficiencia energética; una cifra demasiado “moderada” para nuestro país.
Además, los autores del informe se muestran en desacuerdo con que el Gobierno español haya optado por un enfoque ‘mixto’ en el que se adoptarán medidas alternativas (como la publicación de guías de ahorro energético en los edificios públicos o la creación de una plataforma de formación online para las autoridades públicas) si la rehabilitación anual de 336.000m2 de los edificios de la AGE no entrega los ahorros requeridos. En este sentido, el informe apunta que “también debería fijar un objetivo de ahorro energético alternativo que incluya una lista de medidas capaces de conseguir esta meta”.
El derroche energético en el agua
Muchas personas ignoran que casi todas las formas de energía necesitan agua durante su producción. Según el Informe de las Naciones Unidas sobre los recursos hídricos en el mundo 2015, “la captación de agua dulce para la producción de energía representa el 15% del total mundial y se espera que aumente un 20% hasta 2035”.
Teniendo en cuenta este hecho, el derroche energético también conlleva implícito un derroche de agua. Por ello, maximizar la eficiencia del uso del agua en las plantas eléctricas será un factor decisivo para lograr un futuro sostenible para el agua.
El informe de la ONU alerta de que en la última década ha aumentado a nivel global la intensidad de las sequías, las oleadas de calor y la escasez de agua local; fenómenos que llegaron a interrumpir durante ese periodo la producción de electricidad y ocasionaron pérdidas económicas y dificultad de acceso a recursos como energía y agua.
El derroche energético en comunidades
El sector residencial es otro de los sectores en los que más energía se derrocha. Según la entidad Certicalia, el 90% de los veinticinco millones de viviendas que existen en España suspende en eficiencia energética.
En otras palabras, la mayor parte del parque español de viviendas necesita enfrentarse a una renovación de sus instalaciones térmicas, sistemas de electricidad e iluminación y mejorar en aislamiento para evitar derrochar energía. Solo así podrá cumplirse con los objetivos energéticos y de emisiones fijados por la Unión Europea para 2050.
Según datos de WWF, para lograrlo, España debe establecer como meta una tasa de reforma de 400.000 viviendas anuales, el 1,5% del parque actual, frente a la tasa actual del 0,3%.
Soluciones para el derroche energético
La complejidad de la lucha contra el derroche energético hace necesaria la implicación de todos los estratos sociales. Es fundamental lograr la implicación de instituciones y grandes agentes sociales y empresariales, que deben alcanzar compromisos reales que se traduzcan en acciones concretas.
También es necesario informar a través de campañas de concienciación a la ciudadanía para que las personas sean más conscientes de que cada pequeño gesto cuenta para terminar con el derroche energético.
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