La eficiencia energética es hoy un criterio fundamental en la toma de decisiones, especialmente cuando hablamos del Certificado de Eficiencia Energética, un documento imprescindible en la compraventa o alquiler de viviendas y edificios. Esta certificación no solo mide el consumo energético de un inmueble, sino que también determina su nivel de emisiones contaminantes, convirtiéndose en un factor clave a la hora de valorar su eficiencia, confort y sostenibilidad.
Más allá de la edificación, la eficiencia energética influye también en la elección de electrodomésticos, sistemas de calefacción, climatización y agua caliente sanitaria. Elegir equipos eficientes o mejorar las instalaciones térmicas de un edificio impacta directamente en el ahorro económico y en la reducción de la huella de carbono.
Pero ¿sabemos realmente qué significa la etiqueta energética y qué factores determinan la calificación que recibe un equipo o un inmueble? Entender cómo funciona este sistema de clasificación es esencial para realizar inversiones responsables y maximizar el ahorro energético.
Desde Remica, expertos en soluciones de eficiencia energética y descarbonización, te explicamos de forma clara y estructurada cómo funciona el etiquetado energético y qué elementos influyen en su clasificación, para que tomes las mejores decisiones en tus instalaciones y mejores la eficiencia de tus edificios.
¿Qué es la etiqueta de eficiencia energética y para qué sirve?
La etiqueta de eficiencia energética es un distintivo oficial que informa sobre el rendimiento energético de un equipo, instalación o edificio. Permite comparar de forma rápida el consumo y el impacto ambiental de diferentes opciones, ayudando a usuarios y profesionales a elegir soluciones más eficientes.
En edificios y sistemas térmicos, el etiquetado es especialmente relevante porque determina el nivel de consumo de energía y emisiones de CO₂, dos aspectos clave en la revalorización de los inmuebles y en el cumplimiento de las normativas vigentes. De hecho, tal y como explicamos en nuestro artículo sobre el impacto de la eficiencia energética en el valor inmobiliario, una mejor calificación energética puede incrementar significativamente el valor de una propiedad.
La evolución del Certificado de Eficiencia Energética: más claridad y más exigencia
El sistema de etiquetado ha evolucionado en los últimos años. Se ha dejado atrás la escala A+, A++ o A+++ para volver a una clasificación más sencilla, de la A (máxima eficiencia) a la G (mínima eficiencia). Este cambio responde a la necesidad de hacer espacio a tecnologías más avanzadas y exigir mejores rendimientos a los fabricantes y a las instalaciones.
Esta evolución afecta también a los edificios, donde la obtención del Certificado de Eficiencia Energética (CEE) es obligatoria en casos de venta o alquiler. La calificación obtenida es un reflejo directo de la calidad de la construcción, de los sistemas térmicos y de las medidas de eficiencia implementadas.
Factores que determinan la etiqueta de eficiencia energética
La clasificación energética se calcula a partir de una serie de variables técnicas que permiten evaluar el consumo y las emisiones de cada sistema o edificio. Estos son los factores clave:
Consumo energético anual
El consumo anual de energía, expresado en kWh, es uno de los principales indicadores. En instalaciones térmicas, este cálculo incluye la energía destinada a calefacción, refrigeración y producción de agua caliente sanitaria, analizada en función de las condiciones climáticas de la zona.
La instalación de tecnologías más eficientes, como las calderas de condensación o las bombas de calor, permite reducir notablemente este consumo, mejorando así la etiqueta energética.
Rendimiento estacional (SCOP y SEER)
En los sistemas de climatización se analiza el rendimiento estacional, medido a través de los indicadores SCOP (para calefacción) y SEER (para refrigeración). Estos valores recogen el comportamiento real de los equipos durante todo el año y bajo distintas condiciones ambientales.
Tecnologías como la aerotermia destacan en este punto, al ofrecer rendimientos muy superiores a los de los sistemas tradicionales, como explicamos en profundidad en nuestro artículo sobre aerotermia y eficiencia energética.
Nivel de emisiones contaminantes
Otro factor determinante es la cantidad de CO₂ y otros gases contaminantes que genera la instalación. Por eso, la incorporación de energías renovables, como la solar fotovoltaica o la aerotermia, mejora sensiblemente la clasificación energética.
Reducir las emisiones es esencial no solo para obtener una mejor etiqueta, sino también para cumplir con los objetivos de descarbonización marcados en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC).
Calidad de la envolvente térmica del edificio
En los edificios, el aislamiento de fachadas, cubiertas y ventanas juegan un papel fundamental. Una envolvente eficiente evita pérdidas de calor en invierno y de refrigeración en verano, optimizando el consumo.
Acciones como la instalación de sistemas SATE o la renovación de ventanas permiten mejorar sustancialmente la clasificación, como detallamos en nuestro artículo sobre la importancia del aislamiento térmico.
Sistemas de control y gestión energética
La eficiencia no depende solo de los equipos, sino también de cómo se gestionan. Los sistemas de monitorización y control inteligente permiten ajustar el consumo a la demanda real, evitando desperdicios y mejorando la eficiencia global.
Cómo mejorar la calificación energética de un edificio o instalación
Existen varias vías para escalar posiciones en la etiqueta energética:
- Sustituir equipos obsoletos por tecnologías de alta eficiencia, como calderas de condensación o bombas de calor.
- Implantar energías renovables, reduciendo la dependencia de combustibles fósiles.
- Mejorar la envolvente térmica mediante aislamiento y carpintería eficiente.
- Optimizar la gestión energética con sistemas de monitorización y regulación.
- Acceder a planes de descarbonización y rehabilitación como el Plan Remica Hybrid Coste Cero, que permite acometer estas mejoras sin inversión inicial.
EL Certificado de Eficiencia Energética como factor de ahorro y valor añadido
Más allá de una obligación legal, el etiquetado energético es una herramienta clave para reducir los costes de operación y aumentar el valor de un inmueble.
Contar con una buena calificación energética garantiza:
- Menores facturas energéticas.
- Confort térmico todo el año.
- Menor impacto ambiental.
- Acceso a subvenciones y beneficios fiscales.
Además, en el mercado inmobiliario cada vez se valora más la eficiencia energética, hasta el punto de ser un criterio determinante en la compra o alquiler de una vivienda.
Un recurso esencial para la eficiencia y la sostenibilidad
El etiquetado energético es mucho más que una etiqueta. Es un indicador fiable que ayuda a usuarios y profesionales a tomar decisiones informadas, apostando por la eficiencia y la sostenibilidad.
En Remica, te ayudamos a mejorar la calificación energética de tu edificio o instalación, diseñando soluciones a medida que combinan ahorro, eficiencia y respeto por el medio ambiente. Contacta con nosotros para estudiar tu caso y descubre cómo mejorar el rendimiento energético de tus instalaciones.
Más información sobre soluciones de eficiencia y ahorro en nuestro blog Remica.