Las compañías que apuestan por impulsar la eficiencia energética en sus centros de trabajo cumplen con una labor social importante, como lo es ayudar a construir una sociedad más sostenible.
Pero, además, aumentan su competitividad ya que son capaces de ofrecer los mismos productos y servicios realizando un menor gasto energético. Y también se convierten en entornos más agradables para sus trabajadores. ¡Estos son los beneficios de apostar por la eficiencia energética en el trabajo!
Empresas más competitivas
Según datos del Eurostat, en España, los sectores industrial y de servicios representan el 36,5% de energía final.
En nuestro país, las compañías “de gran tamaño” (es decir, con más de 250 trabajadores o que tengan más de 50 millones de euros en volumen de negocio) están obligadas a someterse a una auditoría energética desde el pasado 12 de febrero de 2016, según estipula el RD 56/2016.
Medir cuál es el consumo de energía de las grandes compañías es el primer paso para saber qué margen de mejora existe; una información muy valiosa para los objetivos de la Unión Europea, que se ha fijado mejorar un 20% en 2020 las cifras de eficiencia energética con respecto a los niveles de 1990.
Sin embargo, mejorar en eficiencia energética es algo que beneficia a las empresas de todos los tamaños, ya sean grandes, medianas o pequeñas porque, para las organizaciones, más eficiencia energética significa aumentar la competitividad y más margen de beneficios.
A nivel global, un tejido empresarial que apuesta por la eficiencia energética, contribuye a disminuir la dependencia energética del exterior, lo que es bueno para la economía.
Un mejor entorno para trabajar
Disponer de entornos de trabajo energéticamente eficientes también beneficia a las personas que pueden desempeñar sus jornadas laborales en entornos mejor iluminados y climatizados.
Algunos de los principales aspectos sobre los que se puede actuar para mejorar la eficiencia de los espacios de trabajo son:
- Una iluminación más eficiente. Analizar cuáles son las medidas óptimas de iluminación, aprovechar la luz natural e instalar bombillas de bajo consumo, detectores de presencia, reguladores de intensidad luminosa, etc. son medidas que contribuyen a hacer un uso más racional de la energía y, al mismo tiempo, mejoran el confort visual de las personas que trabajan en el edificio.
- Regular la calefacción y aire acondicionado a una temperatura adecuada. Dado que las necesidades térmicas varían en función de la estación, la ocupación del edificio o, incluso, la hora del día, conviene disponer de termostatos que permitan una regulación adecuada de la temperatura en función de las necesidades que se vayan presentando. Para asegurar el confort de las personas, se recomienda regular el sistema de climatización con temperaturas de 20-22 grados en invierno y 24-25 grados en verano. ¡Se calcula que por cada grado centígrado extra se consume entre un 7 y un 10 por ciento adicional de energía!
- Optar por equipamiento energéticamente eficiente, ya se trate de equipamiento específico (ordenadores, impresoras, faxes…) general (máquinas de vending, microondas…) o compartido (ascensores).
- Mejorar la envolvente térmica del edificio. El grado de aislamiento térmico, el estado de puertas, ventanas, persianas y cajetines, la protección de la insolación, etc. también influye en el consumo de energía del edificio. A mayor y mejor aislamiento, el consumo de energía disminuye.
- Ofrecer la posibilidad de teletrabajo y programas que fomenten el compartir el vehículo privado, ya que se calcula que entre el 40% y el 50% de las emisiones de dióxido de carbono de una empresa las producen los trabajadores trasladándose a su lugar de trabajo.
Para poder disponer de espacios de trabajo energéticamente más eficientes el primer paso es realizar una auditoría para conocer cuáles son sus características energéticas e identificar áreas de mejora.
Tras este análisis inicial, se debe realizar una planificación energética con las prácticas tanto técnicas como de organización que se aplicarán para reducir el consumo energético.
En todo este proceso es importante la implicación de todas las personas que forman parte de su organización ya que pequeños gestos de ahorro energético pueden llegar a marcar una gran diferencia.
En el caso de Remica, nuestra apuesta por la eficiencia energética ha sido reconocida con la concesión del Certificado de Gestión Energética ISO 50001 de AENOR.
Esta certificación acredita que nuestra organización cumple con los requisitos de la Norma UNE-EN ISO 50001 y que ha implantado un Sistema de Gestión de la Energía que no solo apuesta por la mejora continua en nuestra sede central, sino también en las actividades de diseño, montaje y mantenimiento de las instalaciones de climatización, calefacción, agua caliente sanitaria (ACS), fontanería y gas, y la prestación de servicios energéticos en edificios.