¿Te has parado a pensar en cuántas tareas domésticas realizas de forma automática? Muchas veces los hábitos domésticos, como encender y apagar la calefacción, están tan interiorizados que simplemente suceden sin apenas reflexionar.
¿Dejas encendida la calefacción todo el día o solo cuando tienes frío? ¿Te preocupas por mantener libres de obstáculos los radiadores o les sacas un doble uso para poner a secar prendas de ropa? Cuando se trata de dar calor a un hogar, merece la pena pararse a pensar en estos y otros hábitos muy arraigados, ya que las buenas costumbres nos ayudarán a ahorrar energía y mejorar en confort mientras que unos malos hábitos nos harán consumir más energía de la necesaria.
¿Cuáles son los errores en los que caemos con más frecuencia? Estas son las opiniones y recomendaciones de expertos en la materia.
- Mejor no subir demasiado la calefacción
Aunque el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) recomienda ajustar el termostato a 20-21 grados centígrados y usar ropa apropiada para las temperaturas invernales, algunas personas prefieren subir la temperatura de sus radiadores y estar en casa con la ropa más ligera.
Quizá no se den cuenta de que por cada grado centígrado de temperatura que se aumenta, el consumo de energía se incrementa un 7 % o más y, también lo hace la factura energética y las emisiones de gases de efecto invernadero.
- Optar por la individualización
Sin embargo hay vecinos que no pueden intervenir sobre la temperatura a la que están en sus hogares. Esto es debido a que en sus instalaciones térmicas centralizadas todavía no se ha individualizado el consumo de calefacción, ni se han instalado válvulas termostáticas y repartidores de costes en los radiadores.
“Los vecinos estaban acostumbrados a abrir la ventana cuando tenían calor por culpa de la calefacción central”, explica el presidente de la comunidad de propietarios ubicada en la calle Bolivia nº 15-17 de Madrid, que ha individualizado la calefacción con Remica. “Actualmente como cada vecino paga por lo que consume, en lugar de abrir la ventana cierran las válvulas de los radiadores”, explica.
- Pensar que el aislamiento no influye
Por muy alta que mantengamos la calefacción, no lograremos alcanzar la temperatura de confort adecuada si el aislamiento del edificio es deficiente. Y es que, un mal aislamiento provoca que haya que tener más tiempo encendida la calefacción para mantener la temperatura de confort que deseamos alcanzar.
¿Cómo solucionar los problemas de un mal aislamiento? Según la OCU, reformar correctamente techos y paredes para que cuenten con el aislamiento adecuado es fundamental para evitar que se escape el calor.
Además es conveniente no descuidar las ventanas. Poner unas de PVC con doble cristal es la mejor opción para que no se filtre el aire.
- Evitar cubrir los radiadores
¿Usar los radiadores para secar ropa? ¿Cubrirlos para que queden más bonitos? Los autores de la Guía Práctica de la Energía desaconsejan este tipo de prácticas. “No deben cubrirse los radiadores ni poner ningún objeto al lado, porque se dificultará la adecuada difusión del aire caliente”, explican.
- ¿Apagar la calefacción o bajarla?
Por la noche ¿es mejor apagar completamente la calefacción o por el contrario es mejor mantenerla encendida aunque a una potencia más baja? Entre los usuarios hay opiniones de todo tipo: desde quienes defienden que es mejor apagarla completamente, hasta los que opinan que el ‘pico’ de energía necesario para ello hace que se consuma más.
La recomendación del IDAE es que si la casa está muy mal aislada y pierde mucho calor por la noche puede dejarse encendida la calefacción con el termostato a 15-17 grados centígrados. Sin embargo, como norma “apagar por la noche y encender unos minutos al levantarse, es mucho más eficiente que dejarla encendida toda la noche”.
Siempre que sea posible, se recomienda ajustar el termostato a 20-21 grados centígrados y utilizar ropa de abrigo para estar en casa, bajar las persianas por las noches para que no se fugue el calor y correr las cortinas para evitar el frío desde los cristales, lo que técnicamente se denomina pared fría.
¿Qué más puedo hacer para reducir el consumo de energía en mi hogar?
Además del uso responsable de la calefacción, existen pequeños gestos que nos pueden ayudar a reducir la factura energética hasta en un 20% cambiando un poco nuestros hábitos de consumo. Y, antes de tomar cualquier decisión importante sobre la instalación, es mejor contar con la opinión de expertos en el sector como Remica.
El secreto está en ser más eficientes, ya que la energía más barata, es aquella que no se consume. ¿Quieres más información? Consulta el Decálogo para el Ahorro Energético de Remica.