Numerosos organismos internacionales elaboran proyecciones energéticas a largo plazo. Sin embargo, uno de los informes más valorados es el realizado por Agencia Internacional de la Energía (AIE) que en su World Energy Outlook 2014 recoge una serie de estimaciones en relación a cómo evolucionará la demanda energética hasta 2040.
Según el organismo, hasta el año 2040 el consumo de energía en la Unión Europea se reducirá un 15%, la disminución en Japón será de un 12% y en Estados Unidos de un 3%. Esa reducción será el resultado de las tendencias culturales y demográficas y de la aplicación de la eficiencia energética.
Ahora bien, si miramos los datos a nivel global, el informe no es tan optimista, según éste la demanda de energía primaria mundial va a experimentar un crecimiento del 42% en el periodo comprendido entre 2012 y 2040. Los “culpables” de ese aumento serán países como India o China. Así, estima que en 2040 las importaciones netas de petróleo de China serán cinco veces mayores que las de Estados Unidos, mientras que India superará con creces a las de la Unión Europea. Pese a ello, se prevé que China, en su transición de una economía industrial a una de servicios, aumente sus medidas de eficiencia energética y reduzca drásticamente su consumo de carbón para 2040.
Aún así, pese a ese crecimiento de la demanda mundial de la energía, también se espera que los niveles de emisiones bajen, gracias a la aplicación de medidas de eficiencia energética. No es casualidad que desde 2005 la normativa sobre la materia haya pasado de afectar al 3% de la industria a más de un tercio en la actualidad y con tendencia al alza. Detrás del fenómeno está la rentabilidad: según la Agencia, un incremento de eficiencia del 11% hasta 2030 tiene un coste de 300 dólares por tonelada equivalente de petróleo, mientras que no hacerlo conlleva un desembolso de 1.300 dólares por tonelada equivalente.
A partir de los datos adelantados durante la presentación del informe, el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol , mostró su satisfacción por el hecho de que los países tiendan a las energías renovables y al ahorro energético, pero advirtió de que, aún así, no se conseguirá el objetivo de limitar a 2ºC el calentamiento global si no se toman medidas adicionales, como reducir las emisiones de metano o restringir el consumo contaminante de la industria.
Precio del Petróleo
Al presentar el informe, Birol sostuvo que el precio del barril, actualmente en 47 dólares, subirá a medida que el mercado “se reequilibra”, con un aumento de la demanda y descenso del suministro. De este modo, se estima que se producirá una recuperación del crudo para 2020.
La caída que estamos viviendo actualmente del precio del petróleo ha provocado recortes abruptos en la producción de países como Estados Unidos. Esto porque, este país tiene unos costes más altos de producción. De este modo, una consecuencia directa de los precios bajos supone que se queden fuera productores con costes más altos, lo que puede provocar una dependencia de los países del Golfo, con una cuota del 75% de la producción. De esta manera, un periodo extendido de precios bajos del petróleo podría hacer aumentar la dependencia de países exportadores de Oriente Medio, cuyos costes de producción son más reducidos y dejar fuera a los agentes con mayores costes de producción.
Según se estima en el informe sería en 2020 cuando el crudo llegaría a 80 dólares y se alcanzaría un pico de demanda. Posteriormente, continuaría subiendo pero moderadamente, hasta alcanzar los 103,5 millones de barriles diarios en 2040.
En este “escenario central” presentado por la AIE, la demanda de crudo conjunta de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón desciende en 10 millones de barriles diarios en los próximos 25 años, mientras que el suministro de fuera de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) también baja, hasta 55 millones de barriles diarios, por falta de inversiones.
No obstante, durante la presentación del informe, Birol aseguró que ese escenario es “poco probable” debido a que ni siquiera los productores de Oriente Medio “podrán soportar la caída de beneficios por precios bajos”. En los países de la OPEP, donde producir petróleo es más barato, el mayor crecimiento de la producción vendría de Irak e Irán, aunque ambos países afrontan respectivamente “el riesgo de inestabilidad y falta de infraestructuras”, aseguró el Director Ejecutivo.
La bajada del crudo, ¿negativa para las renovables?
Una de las consecuencias más negativas de la bajada del crudo, podría ser, según Birol, el riesgo de que los países “dejen de invertir en renovables”, lo que socavaría su actual tendencia al alza.
Pese a ello, una “buena noticia” del informe anual de la AIE, afirmó Birol, es que “confirma la transición energética” hacia un panorama con mayor preponderancia de las energías renovables, especialmente la eólica y la solar, que crecen más que la hidráulica.
Las energías renovables fueron responsables de casi el 50% de la nueva producción de electricidad mundial en 2014, revela la Agencia, que dice que las fuentes no fósiles podrían contribuir en un 25% a la balanza energética en 2040 si los países mantienen sus promesas de inversión y eficiencia.
El gas, una alternativa para frenar el cambio climático
A los pocos días de la presentación del informe, el director ejecutivo de la AIE mantuvo un encuentro de dos días en París con el secretario estadounidense de Energía, Ernest Moniz, tras el que presentaron una serie de medidas encaminadas a combatir el calentamiento global.
Ambos coincidieron en que el gas natural juega un rol fundamental para combatir el cambio climático gracias a su utilización como sustituto del carbón. A ese respecto, Moniz señaló, que el comercio internacional del gas es «todavía» inferior que el del petróleo, pero está subiendo. También hizo notar que Estados Unidos es un buen ejemplo de cómo el gas está sustituyendo al carbón, ya que en 2015 por primera vez va a superarlo como fuente de generación de electricidad.
Por su parte, Birol aseguró que el gas «es una de las soluciones al cambio climático». No obstante, admitió que aunque menos que los otros combustibles fósiles, también genera dióxido de carbono (CO2) en su combustión, de modo que tampoco es una solución al cambio climático, pero puntualizó que eso sólo se plantea «a muy largo plazo».
Por último, tanto Moniz como Birol subrayaron que, puesto que el sector energético representa dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero, su transformación resulta «esencial» para lograr los objetivos de controlar el cambio climático.