En la actualidad,¿qué medidas se están poniendo en marcha para evitar el derroche energético? ¿Se puede evitar o al menos minimizar su impacto? ¿Qué opinan los expertos y los últimos informes realizados sobre esta materia? Según un estudio presentado por el responsable de sostenibilidad de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Kamal Ban Naceur, titulado “Perspectivas de la Tecnología de la Energía 2016”, actualmente el mayor foco de derroche energético se concentra en las ciudades, que son responsables de cerca del 70% de las emisiones de CO2.
Desde la AIE exige a los gobiernos un mayor apoyo en la creación de ciudades con un consumo energético más eficiente y sostienen que «solo las tecnologías energéticas de vehículos eléctricos, energía solar y energía eólica están avanzando favorablemente”.
No es la única institución en pedir más esfuerzos. Recientemente la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) ha publicado un extenso informe “Estado del Clima 2015”, sobre el estado ‘físico’ del planeta y las conclusiones no son nada halagüeñas. Los autores del informe señalan que el planeta lleva mucho tiempo enfermo y que había que «haber llamado al médico hace años». Se alerta de las consecuencias del «efecto invernadero» causado principalmente por la emisión a la atmósfera de dióxido de carbono, metano y óxido nítrico; tres gases cuyas emisiones alcanzaron en 2015 niveles récord como consecuencia del derroche energético.
Por su parte, el último informe publicado por WWF y Fundación AXA sobre el “Nuevo modelo energético” destaca que el derroche energético también tiene una dimensión ‘social’ debido a la falta de cultura de ahorro energético y consumo responsable de energía. Por ello, proponen fomentar una nueva cultura energética en favor de una disminución del consumo energético y nuevos hábitos más sostenibles.
Stop al derroche energético
Para la lucha contra el derroche energético y poder fomentar la implantación de modelos de generación de energías sostenibles se han puesto en marcha iniciativas como el Programa sobre Sistemas de Energía Fotovoltaica desarrollado por la propia Agencia Internacional de la Energía, en el que participa la Comisión Europea en colaboración con casi una treintena de organizaciones.
Además, en nuestro país se ha implantado la obligatoriedad de obtener certificados energéticos para aquellos inmuebles que se pongan a la venta o alquiler. Los certificados energéticos son una herramienta para medir por un lado el grado de eficiencia energética en el consumo –si el inmueble sufre un derroche de energía- y por otro lado sus emisiones.
En España, el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía IDAE señala la importancia de la rehabilitación energética como una prioridad y una oportunidad para terminar con el derroche energético. En nuestro país, el 90% de los edificios se construyeron con anterioridad a la aplicación del Código Técnico de la Edificación. España cuenta con 25 millones de viviendas y uno de los mayores parques de edificios obsoletos energéticamente. Se calcula que hay unos 2.000.000 de viviendas en mal estado de conservación.
Por ello, la rehabilitación energética de los edificios es una actividad que sólo cuenta con beneficios y externalidades positivas como son la reducción del impacto medioambiental, la generación de empleo sostenible, la reducción de la pobreza energética y el incremento de la producción y actividad económica del país consolidando su crecimiento económico.
Estas razones, así como las políticas europeas encaminadas a fomentar el ahorro y la eficiencia energética, han generado que las Administraciones de nuestro país hayan trazado planes, programas de ayudas, campañas de concienciación…
Tal y como apunta el último informe elaborado por ODYSSEE-MURE sobre la «Supervisión de la eficiencia energética en la UE», España cuenta con dos herramientas fundamentales para establecer las bases de una gestión energética basada en la eficiencia y las energías ‘limpias’: el Plan de acción sobre Ahorro y Eficiencia Energética 2014-2020 y el Plan de Energías Renovables 2011-2020.
Con ello se pretende terminar con el derroche energético y frenar las emisiones de gases contaminantes a la atmosfera, asi como disminuir la gran dependencia energética de nuestro país -y de la Unión Europea- del exterior. No hay que olvidar que España es un país que se caracteriza por tener una estructura de consumo dominada por productos petrolíferos importados prácticamente en su totalidad, lo que, juntoa una reducida aportación de recursos autóctonos, ha contribuido a una elevada dependencia energética.