La gestión emocional o gestión de las emociones es fundamental en el entorno laboral. Pensemos en la cantidad de horas que pasamos con nuestros compañeros de trabajo, jefes, clientes, proveedores… En cada organización se producen miles de encuentros, charlas, reuniones, llamadas telefónicas a diario y de que sus miembros se relacionen adecuadamente depende la buena marcha de la compañía.
En este contexto ¿cómo lograr una correcta gestión emocional? En primer lugar, las personas deben saber explotar todo su potencial y capacidades, tanto emocionales como técnicas. Pero, además, también debemos ser capaces de reconocer cuáles son las emociones y los sentimientos de las demás personas.
De esa forma aprendemos a reaccionar de la manera adecuada en función del contexto y podemos emplear las emociones para resolver conflictos de manera productiva. Incluso, una buena gestión emocional permite ayudar a otros con las cosas que representan dificultad para ellos, lo que fomenta la unión del grupo.
Trabaja tus habilidades
La capacidad de interpretar las emociones de los demás e influir positivamente en ellos se puede ‘entrenar’. Algunas técnicas para lograrlo son:
- Exteriorizar emociones, para transmitir a quienes nos rodean qué pensamos, sentimos y queremos.
- Mejorar la asertividad, es decir la capacidad de defender nuestras ideas respetando a los demás.
- Practicar la escucha activa y atención dinámica para comprender qué nos comunican quienes nos rodean.
- Realizar críticas constructivas a los proyectos o ideas formulados por otras personas, siempre desde una dimensión profesional y no personal.
- Potenciar la comunicación dentro del equipo, además de la interpersonal.
Sé consciente de la importancia de la comunicación
La correcta gestión de las emociones no podría producirse sin una buena comunicación, que constituye la base prácticamente de todo. Unas palabras equivocadas en el momento menos propicio o un gesto mal interpretado pueden dar lugar a conflictos en cualquier organización.
Algunas recomendaciones para lograr que lo que queremos transmitir sea comprendido por nuestros interlocutores son:
- Exponer al principio el asunto principal a tratar. Lanzar una idea a modo de ‘titular’ y exponer después los detalles contribuye a facilitar la comprensión del mensaje, especialmente cuando se trata de comunicación oral.
- Tomar en cuenta las preguntas y sugerencias del interlocutor. Como hemos señalado antes, la escucha activa es fundamental para poder relacionarse de forma positiva con los demás compañeros de trabajo. Mirar directamente a los ojos y mantener el cuerpo relajado son gestos que crean en las personas la sensación de sentirse escuchadas.
- Ante la duda, realizar preguntas abiertas, que deban responderse con algo más de un ‘sí’ o un ‘no’. De ese modo se recaba más información sobre el punto de vista de los interlocutores.
Deshazte de pensamientos distorsionados
Una correcta gestión de las emociones también implica controlar los sentimientos negativos, para que no se perpetúen más de lo necesario cuando sucede un contratiempo. Es una capacidad que se puede entrenar. “Las personas pueden aprender a disipar estas emociones negativas para volver al estado inicial”, explica Daniel Goleman psicólogo y periodista, miembro Mind & Life Institute.
Aprender a identificar y a filtrar pensamientos distorsionados es de gran ayuda para evitar daños emocionales. Algunos de los pensamientos distorsionados más típicos son:
- Culpabilizar de una situación a una persona (ya sea uno mismo o un miembro de nuestro equipo), sin tener en cuenta otras circunstancias que hayan podido influir.
- Fijarse solo en los aspectos negativos de una situación cuando, en realidad, es probable que haya aspectos positivos que resaltar. Además, raramente todo es ‘bueno’ o ‘malo’, sino que muchas veces hay factores intermedios que se deberían valorar.
- Generalizar; pensar que un hecho negativo se volverá a repetir una y otra vez.
- Adelantar acontecimientos pensando en que todo saldrá mal.
- Creer que cuando se critica una tarea se hace referencia a una persona en concreto (seguro que lo dice por mí).
- Valorar como injusto todo aquello que no coincide con nuestro punto de vista.
- En lugar de pensar que el bienestar personal depende de nosotros, creer que la situación solo mejorará si cambian las actitudes de otras personas, departamentos, etc.
Detectar, detener y modificar este tipo de pensamientos es fundamental de cara a sentirnos mejor personalmente y también contribuye a crear un mejor ambiente de trabajo.
En resumen…
Una buena gestión emocional es importante en el seno de cualquier organización. Las personas que son capaces de lidiar de una manera adecuada con las emociones de los demás y que también ayudan a los demás en la gestión de sus emociones, a resolver conflictos y a sentirse motivados contribuyen a construir organizaciones emocionalmente inteligentes.