La oratoria en el trabajo es una herramienta necesaria para cualquier profesional. Aunque habitualmente se liga a un instrumento al servicio de políticos, empresarios y personalidades públicas, lo cierto es que el arte de hablar bien en público es fundamental a la hora de trabajar en equipo, y convencer o persuadir a compañeros y a clientes de un proyecto o idea.
Frente al sistema educativo anglosajón, en el que en los años de formación se da una gran importancia a actividades que contribuyan a desarrollar el hábito de hablar en público, hasta hace poco no era una habilidad que normalmente se potenciara en la educación primaria y secundaria de nuestro país.
Sin embargo, las cosas parece que están cambiando. Así, por ejemplo, la reforma de Bolonia ha propiciado que en el sistema universitario español hayan proliferado los seminarios y exposiciones orales.
¿Cuáles son los fines de la oratoria?
“La habilidad de exponer una idea es tan importante como la idea en sí misma”. Aristóteles.
En el sentido más clásico, la oratoria tiene cuatro fines:
- Persuadir. Convencer a otras personas de que tomen una decisión o realicen una acción determinada. La oratoria con fines persuasivos se produce cuando, por ejemplo, un consultor comercial trata de convencer a sus clientes para que adquieran un determinado producto o servicio.
- Enseñar. La oratoria también es necesaria cuando se trata de transmitir conocimientos. Puede darse de manera formal en el contexto de un aula o centro de trabajo o de manera informal, en un contexto familiar o de amistad. En el ámbito laboral, dominar la oratoria es necesario cuando, por ejemplo, hay que formar a un equipo sobre un cambio en un proceso de trabajo.
- Conmover.Un discurso que provoque sentimientos y emociones en otras personas, que conmueva a la audiencia, permite transmitir las ‘emociones’ del orador. En un contexto publicitario, un buen ejemplo podrían ser los anuncios de perfumes; dado que no pueden transmitir el olor a través de los anuncios, lo que hacen mediante sus mensajes es transmitir la sensación de belleza, elegancia, juventud, etc. que el Departamento de Marketing de esa marca quiere transmitir.
- Agradar o “crear belleza con la palabra hablada”, es decir, producir en los demás un sentimiento placentero a través del discurso. De ese modo es más sencillo que las personas se identifiquen con las ideas que el orador intenta defender.
Principios básicos
Existen algunas técnicas a tener en cuenta a la hora de utilizar la oratoria en el trabajo:
- Estructurar el discurso. Comunicar de manera ordenada es la clave para tener éxito. Para ello, hay que tener en cuenta la forma en la que se comienza y se termina a hablar, así como los argumentos que se presentan entre medias. En determinados contextos, se puede ilustrar un argumento con una experiencia personal del orador, lo que contribuye a hacer el mensaje más impactante y creíble.
- Cuidar la comunicación no verbal. El nerviosismo y la ansiedad que puede provocar el hablar en público deben controlarse. El orador debe ganar en seguridad personal ya que eso hará el discurso más creíble. Igualmente, es necesario cuidar la imagen personal, los gestos y expresiones faciales para generar una buena impresión que ayude a ‘conectar’ con la audiencia.
- Energía y… ¡audiencia! El orador debe hablar con energía que muestre que tiene interés por el tema que está tratando. Y también debe ser consciente de que está pendiente de las reacciones de la audiencia para garantizar que la comunicación es interactiva y que cada oyente se identifica con el mensaje.
¿Cómo puedo calmar los nervios?
Incluso algunos oradores más expertos admiten que nunca se pasa del todo la ansiedad antes de hablar en público. Aprender a controlarlos es crucial, especialmente en contextos como una presentación de trabajo o una demostración ante clientes y accionistas.
“En primer lugar redefine el miedo que sientes por lo que realmente es: adrenalina. Te estás sintiendo atrapado y tu cuerpo está respondiendo para lo que está programado desde tiempos ancestrales: te hace saber que es tiempo de pelear o huir. Deja que la adrenalina juegue en tu favor ya que puede desestabilizarte o puede apoyarte durante tu discurso”. Es la recomendación de Nick Morgan, articulista en la Revista Forbes, quien ofrece algunos consejos para superar la ansiedad que puede provocar hablar en público durante una presentación de trabajo:
- En primer lugar hay que centrarse en lo positivo y no en lo negativo de la situación. Centrarse en lo positivo que puede resultar de esa presentación en lugar de hacerlo en los nervios que se están sintiendo. Y es que los pensamientos se transforman en acciones, por lo que pensar de manera positiva es un pequeño gran paso que debemos dar.
- Un buen truco antes de una presentación es entablar una conversación con una persona que haya acudido como oyente. Charlar distendidamente y aprovechar la ocasión para interesarse por qué ha acudido y cuáles son sus necesidades e intereses. Al comenzar la presentación un buen truco es hablar como si te estuvieras dirigiendo a esa persona de forma individual. Es un truco que utilizan varios ponentes ya que es más fácil hablar a una persona que a un grupo de desconocidos.
- Si una persona presenta o introduce tu ponencia, estréchale la mano. Es un gesto sencillo, pero ayuda a prevenir el nerviosismo. Además, a los asistentes les ofrece una imagen de conexión y confianza, sobre todo si la persona que te ha presentado les es conocida.
- Antes de empezar a hablar respira profundamente y traga saliva. Respirar e ayuda a aportar cierta resonancia a tu voz evitando que suene chirriante o temblorosa. Para hacerlo correctamente, debes respirar desde tu diafragma (lo que se llama habitualmente respirar con el estómago). Tragar te ayuda a regular la voz y la pausa funciona bien en la audiencia, ya que ayuda a crear ‘expectación’.
- Recuerda: los primeros treinta segundos de cualquier discurso son fundamentales. Debes comenzar hablando con energía, irradiando seguridad en ti mismo, haciendo creer a la audiencia que están en el preludio de algo interesante. En cambio, mostrarse dubitativo, falto de energía y mirando solo a las personas que están en frente de ti causa el efecto contrario.
- Una buena técnica es lograr que tu audiencia se implique con tu discurso. Antes de comenzar con tu discurso, puedes lograr la atención de la audiencia utilizando algunas técnicas para que se impliquen. Un ejemplo típico es empezar realizando una pregunta para que levanten la mano, o para que cuenten sus experiencias (P. ej. ¿Cuántos de los ponentes tienen calefacción central? )Deben tratarse de preguntas relevantes para el tema que se expondrá después. De ese modo se logrará que las personas que te escuchen identifiquen el tema que se trata con situaciones de su vida.