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Mejorar la autoestima

¿Cómo mejorar la autoestima en el ámbito laboral?

Mejorar la autoestimaLa autoestima es, básicamente, la aceptación de uno mismo, con nuestras fortalezas y debilidades; es la forma en que nos valoramos a nosotros mismos. Hablábamos en el post La autoestima y su influencia en el desempeño profesional de la importancia de contar en las organizaciones con personas con una sana autoestima, lo que nos lleva a preguntarnos, ¿se puede desarrollar la autoestima?

La respuesta únicamente puede ser , ya que la autoestima es un proceso que se inicia en la infancia y se desarrolla a lo largo de toda la vida. Se va construyendo gradualmente, incorporando experiencias en un autofeedback permanente que nos va devolviendo una imagen de nosotros mismos en función de nuestras decisiones, aciertos, errores, éxitos, fracasos, y de esta forma nos vamos definiendo a nosotros mismos. Las personas nos autoevaluamos constantemente, y del resultado de esta autoevaluación sale una autoestima más o menos fortalecida.

Una parte determinante de la construcción de la autoestima la forman las conversaciones que mantenemos con nosotros mismos, y también con los demás. La forma en que conversamos internamente determina en gran medida que nuestra autoestima se fortalezca o se debilite: si ante un error me digo a mí mismo que “soy torpe, esto solo me puede pasar a mí”, “no sirvo para nada”… no parece muy probable que la autoestima salga fortalecida. En cambio, si ante esa misma equivocación analizo qué ha pasado, y lo acepto como una oportunidad para aprender, sin auto reproches improductivos, habré agredido menos mi autoestima y además habré logrado un nuevo aprendizaje.

Utilizar con nosotros mismos un lenguaje positivo, que abra posibilidades, contribuye a mejorar la autoestima, especialmente en el ámbito profesional, en el que cotidianamente debemos enfrentarnos a tareas y decisiones que unas veces tendrán éxito y otras no. Tampoco engañarse a sí mismo contribuye a desarrollar la autoestima; ante un error, decirse que “yo no soy responsable de lo que ha pasado”, “no ha salido bien pero tampoco me importaba mucho”… debilita la autoestima, ya que percibirse poco auténtico daña la imagen ante uno mismo y ante los demás, y se entra en una espiral en la que la autoestima sale debilitada.

Del párrafo anterior se desprende que la confianza y la sinceridad, hacia sí mismo y hacia los demás, son claves para el desarrollo de la autoestima: nos ayuda a construir relaciones positivas, en las que nos mostramos abiertos a los demás, generando confianza y siendo creíbles, y la imagen que proyectamos a los otros se nos termina devolviendo como en un espejo, que retroalimenta nuestra autoestima. Igualmente, el reconocer los errores, sin autocastigarse, nos permite mostrar nuestra vulnerabilidad a los demás, y generar empatía, y nuevamente el espejo nos devuelve una imagen de nosotros mismos que contribuye a reforzar la autoestima. Muchas personas consideran que es negativo reconocer delante de un jefe que se ha cometido un error, o que no se sabe hacer algo; por el contrario, reconocerlo nos hace ser percibidos de manera más auténtica y fiable, y nos da la oportunidad de que nuestro jefe nos muestre cómo hacer lo que antes ignorábamos.

Valorar a nuestros compañeros y aceptarlos como son, también contribuye a reforzar la sana autoestima ya que supone una actitud de humildad, de reconocimiento hacia el trabajo de los demás, que genera empatía en las personas que trabajan juntas y ayuda a asumir compromisos y reforzar las buenas relaciones profesionales, y esto impactará en la mejora de la percepción que tenemos de nosotros mismos.

Desarrollar autonomía e independencia de criterio en el contexto profesional también contribuye a tener una autoestima equilibrada: las personas muy influenciables dependen demasiado de circunstancias ajenas a ellas o de los juicios de otros, y esto les coloca en una posición débil, en la que predominan los sentimientos basados en emociones negativas, tales como la tristeza, la vergüenza o la envidia. Por el contrario, las personas con independencia de criterio (siempre que no hablemos de inflexibilidad o de no admitir puntos de vista diferentes del nuestro) mantienen posturas más firmes que hacen que se respeten más a sí mismos y que les respeten los demás. Ser sincero consigo mismo, a la hora de reconocer lo que se sabe y lo que no, escuchar y adoptar posturas proactivas para aprender lo necesario, vuelve a ser un magnífico recurso para desarrollar autonomía profesional y reforzar con ello la autoestima.

Podríamos resumir este post sobre cómo fortalecer la autoestima con esta frase de San Agustín: “Conócete, acéptate, supérate”.

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